
Doña Isabel nació en San Cristóbal Totonicapán, en 1931 y falleció en la ciudad de Guatemala el domingo 6 de septiembre de 2020. Fue mamá orgullosa de 5 hijos, abuela de 19 y bisabuela de 13.
Vivió hasta los 5 años en Totonicapán. Luego su familia se mudó a Quetzaltenango, donde vivió hasta que se casó a los 19.
“Siempre me imaginé que sería mamá, eso era lo que se esperaba para todas las mujeres en mi época. Y cuando fui mamá fui muy feliz. Los eduqué con mucho cariño y amor. Los regañé y les enseñé a hacer lo correcto”.
Uno de los retos más grandes que tuvo que afrontar en su vida, fue perder a su esposo en un accidente aéreo, cuando sus hijos aún eran pequeños. Su hijo mayor tenía 21 años y la menor tenía 7. Le tocó sacar adelante sola a sus 5 hijos. Al principio no sabía cómo iba a lograrlo, tuvo problemas, retos y mucho trabajo. Pero a pesar de todo, fue una época que los unió mucho como familia.
En vida aseguró haberse sentido muy orgullosa de ver que todos sus hijos son personas de bien, trabajadores, con vidas formadas, que la apoyaron en todos sus proyectos y que aprendieron de ella a realizar servicio social.
El mejor consejo de Doña Isabel para una mamá primeriza es: “Que le dediquen tiempo a sus hijos y que este sea 100% para ellos. No es estar todo el tiempo aferrados, pero el tiempo que están juntos, que se los den íntegro”.

El corazón de Isabel
Isabel fue dueña de un carácter dulce y bondadoso, que cautivaba desde el primer instante a quien la conoció. Es una mujer sencilla, amable y cariñosa, siempre dispuesta a regalar una sonrisa y una palabra de aliento. Siempre encontraba el tiempo para atender a quien la buscaba y para ayudar a quien lo necesitaba. Pero esa faceta dulce y apacible de su exterior se complementaba con un carácter inquieto, firme y decidido, propio de una mujer forjada ante las adversidades y que sabía, con absoluta claridad, lo que quería y lo que debía hacer.
Fue dueña de una energía inagotable –difícil de seguir- que la impulsaba cada día a ayudar a más y más gente. Pareciera como si un fuego interno le dictara con urgencia: “Uno más Isabel, ayuda a uno más; se acaba el tiempo y puedes ayudar a uno más...”.
Para ella nada era suficiente cuando se trataba de favorecer a quienes más lo necesitan. Vivió su vida embebida en intensas jornadas de trabajo orientado a las causas que apoyaba.
Doña Isa fue, ante todo, una gran y verdadera dama. Era una madre pendiente siempre de su familia; gran amiga de sus hijos, sobrinos y nietos. Su solidez moral y su virtudes humanas la convierten en un punto de referencia y un ejemplo para todos los que la conocieron.

Logros
- Primer mujer presidente del Club Rotario
- Presidenta de la Fundación Juan Bautista Gutiérrez
- Recibió la Orden del Quetzal por méritos extraordinarios
- En 2020, Forbes la reconoció como una de las 100 mujeres más poderosas del año